23 d’abr. 2012

Crònica de Daniel Johnston a la Bikini (Go Mag)



Escribir 2.500 caracteres para hablar de un concierto de Daniel Johnston se presenta, a priori, como una tarea delicada. Su conocido trastorno bipolar hace que esta crónica no se pueda plantear como una de convencional, y la mitificación de su figura en todo el mundo se veía aquí acentuada por los siete años que hacía que no pisaba un escenario español. Por suerte y contra todo pronóstico pesimista, disfrutamos de un Daniel Johnston simpático, cómodo en el escenario y aparentemente feliz. 

Maurici Ribera y Mau Boada abrieron la noche con sus proyectos The Missing Leech y Esperit!, y la verdad es que cuesta imaginar unos artistas más idóneos para tocar con Daniel en Barcelona. El primero ha editado un fanzine dedicado al artista americano y realmente parece su versión catalana si nos limitamos a aspectos musicales. El segundo es un hiperactivo pozo de ilusión que después de innumerables proyectos se ha reinventado como un hombre orquesta del folk psicodélico. Durante cuarenta minutos presentaron canciones de ambos, colaborando puntualmente entre ellos.

Al subir al escenario, la primera impresión que dio Daniel no fue precisamente esperanzadora: vestido de chándal, arrojándose media botella de agua encima cuando intentaba beber e interpretando él solo tres canciones en las que intentó encajar los dedos en los acordes correspondientes. Todo cambió a mejor cuando salió la banda que le acompañó durante las tres fechas españolas, formada por dos miembros de esa apisonadora de post-hardcore llamada Betunizer y un bajista de Castellón. Junto a ellos, Daniel se limitó a cantar sus canciones, algunas de las cuales se vieron energizadas hasta el punto de que por momentos aquello se acercaba más a un concierto de punk que a las expectativas agridulces que muchos de nosotros teníamos. Aún y su desmejorado físico, los exagerados temblores que tenía en los brazos y otras evidencias de su enfermedad, todos aquellos que lo han visto repetidas veces coincidieron en que se encuentra mejor que nunca y los que abarrotábamos la Bikini pudimos disfrutar de una hora de concierto plagada de sobrecogedoras canciones. Y es que todos los allí presentes nos sentimos identificados con las letras del particular artista cuando abarca el amor y, después de un bis que terminó con “True love will find you in the end”, no podíamos hacer más que demostrarle nuestro más profundo afecto con los más sinceros aplausos y sonrisas. 

No hay duda de que acabábamos de vivir una noche histórica.

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